María y Juan se casaron
con tan solo
16 años, ambos provenían de hogares
desestructurados y encontraban en el otro ese amor que en su hogar no tenían. Los primeros
años fueron maravillosos. María era
ama de casa y Juan era
obrero, apenas llegaban
a fin de mes pero eso
no les impedía ser felices.
A los dos años María se quedó embarazada, al mismo
tiempo en que la empresa
donde
trabajaba Juan ajustó la plantilla y como consecuencia Juan fue despedido.
Este entró en una terrible depresión, pues no
tenía trabajo y no sabía como iba a mantener a su familia y más ahora que tenía
otra boca más que
alimentar. A los pocos días de
su despido, fue con unos amigos al bar y se emborrachó, al llegar
a casa, levantó
a María de
la cama con brusquedad y comenzó
a insultarla, ella no
sabía que hacer y
dijo “¿Has bebido? “ “en vez de irte con tus
amigos a beber, podrías haber ido a entregar currículums
para encontrar trabajo”,
esto le enfureció aun más
y
comenzó a golpearla
mientras ella le
suplicaba que parara,
esto hacía que
la pegara cada vez más
fuerte. Cuando termino , se dirigió a la cama y la dejo
a
media inconsciente en el pasillo. Horas más tarde
María recuperó la consciencia y vio que estaba manchando, al ver esto se
asusto y rápidamente
llamó a urgencias. En el hospital el médico
que la atendió
le pregunto: “¿esto
se lo ha hecho
su marido?” “Su hijo y usted
están muy graves, podría haberlo perdido” ella se
negó y dijo que se había caído en la bañera.
Al despertarse vio que María
no estaba en casa,
la llamó a su
teléfono móvil y no obtenía respuesta. Preocupado llamó a
la madre de María, tampoco encontró a nadie. Esa misma
tarde ella regresó a casa, donde se
encontró a Juan, el cual
al verla, la abrazo
fuertemente y le pidió disculpas.
Él le pregunto: “¿Dónde estabas? He estado llamándote y al ver que
no respondías me preocupé”
ella con voz
tímida dijo: ”he pasado toda la
noche en el hospital, por culpa tuya estuve a punto de perder
a nuestro hijo”, él le acarició la barriga y volvió a
pedirle perdón, dijo que
no volvería a pasar
nada igual. María le
beso.
El 6 de septiembre, nació Daniela,
una niña hermosa
con mejillas sonrojadas. Ambos padres estaban muy felices y tenían ganas de
volver a casa con su pequeña. Pero esto no
pudo ser ya que como
consecuencia de aquella
paliza, el feto
quedo dañado y
nació con diversidad funcional cognitiva. Daniela nació con
parálisis cerebral. A los dos
meses la pequeña pudo volver a casa.
Juan por fin
encontró trabajo en un bar, aunque no
era el trabajo de sus sueños, pero podría mantener humildemente a su familia. Aun así
su depresión no había desaparecido…Juan se sentía
totalmente culpable por lo que le ocurría a su hija. Cada día
estaba de peor
humor, se enfadaba con cualquier
cosa, se pasaba bebiendo todo el
tiempo y estaba menos tiempo en
casa.
María, que ya había dejado
aquella paliza en
el olvido, no sabía
que hacer, estaba muy preocupada por Juan, últimamente estaba muy violento
y
temía que se pusiera
agresivo
con ella…o peor aún,
con Daniela.
Una noche, la mujer no
podía dormir, no paraba de mirar el reloj, eran las 2 de la mañana y
Juan aún no había regresado. María se levantó
de golpe al oír el portazo, sabía que
Juan había regresado.
Salió de la
habitación y comenzaron a discutir,
Juan la
agarró por el cuello,
la golpeó en la cara y la arrastró
hasta la habitación.
Al día siguiente María había quedado
con su hermana,
mientras se preparaba, se miró
en el espejo
y comenzó a llorar,
“¿porque me pasa esto?” se dijo
a si misma, al
mismo tiempo que
sacaba el maquillaje e intentaba tapar aquel moratón en el ojo, al
no conseguir que desapareciera del todo, cogió las gafas de sol antes de salir y
se las puso.
Su hermana, al verla se quedo muy
preocupada y le dijo: “María por favor
vente a casa con
nosotros” María respondió: “ No gracias Carla, estoy bien
de verdad”
Cuando regresó a casa encontró la cena
hecha y un ramo de
flores, Juan se mostraba muy arrepentido
y quiso compensarla por lo sucedido. María estuvo pensando
toda la noche si
volvería a pasar,
si ya no le volvería a tener
miedo, si se encontraría segura en su propia casa algún día…Todo
esto duró muy
poco, pues horas
mas tarde comenzaron a discutir, como
consecuencia ella fue ingresada
de urgencias. De nuevo los médicos hablaron con la mujer y
le informaron sobre como denunciar y asociaciones a las que podía acudir,
pues tenía una
costilla
rota y varias heridas
de grado medio.
María hizo caso omiso y
volvió a casa
con su marido.
Esta vez no hubo ni
cena, ni flores
y mucho menos
disculpas, lo único que se encontró María al regresar a casa fueron réplicas sobre lo sucia que estaba la
casa, la comida
que ella hacia…
etc.
Cada día habían mas
insultos y la mujer ya
no sabía que
hacer, ¿Qué hacer cuando el
amor de tu vida te
maltrata física y psicológicamente?
No quería denunciarlo pues lo
amaba con todo su
corazón y era el padre de su hija.
Seis años más
tarde, en el sexto cumpleaños de la pequeña Daniela, María solo tenía una preocupación,
que Juan no
se pusiera violento y estropeara el cumpleaños de su pequeña. De nada valieron
sus rezos, como casi todas las noches,
Juan llegó a
casa borracho. Volvió a suceder lo mismo, solo que esta vez Juan
no se limitó
solo a golpear
a María sino que
también la violó.
María, tomó una decisión, al día siguiente de lo sucedido se dirigió
a comisaria para denunciar a su marido. En la comisaria le dijeron
que se fuera a casa de un familiar o amigo/a.
Tras salir, fue a su casa
con la finalidad de hacer las maletas e ir a casa de su hermana.
Una noche mas
Juan llegó a
casa borracho, buscó a
su mujer, al ver
que no estaban ni ella
ni la pequeña
Daniela, entró en cólera
y comenzó a destrozar todo lo
que encontraba en su hogar, dañándose así su mano al romper un
cristal.
En varias ocasiones Juan fue
a casa de
Carla para hablar con su
hermana, pero ésta le
negó el poder
verla. Aun así
Juan no cesaba
en su lucha por poder verla, hasta que un día se encontró con María por
la calle. Él la saludó y le preguntó: “¿María te apetece
ir a tomar
un café?” A lo que ella
contesto
“No, lo siento Juan tengo prisa”
al ver que
María le evadía la
mirada comprendió que aún
le seguía teniendo
miedo, entonces él le dijo: “
María te prometo que jamás
volveré a golpearte, estoy muy arrepentido de todo
aquello y estoy
yendo a terapia
además he conseguido un buen
empleo, por favor vamos a
tomar un café” María convencida de lo que le contaba accedió. Pasaron una tarde maravillosa, tomaron un café, dieron
un paseo… María
pensó que a a lomejor Juan había cambiado
y volvía a ser el mismo hombre
del que ella se había
enamorado, así que
decidió volver a casa con el.
Todo parecía indicar que Juan había cambiado,
tenía mejor humor y
se mostraba muy cariñoso
y atento con
María y Daniela.
Cada día que
pasaba la mujer
estaba más convencida
de que su
marido había cambiado, de
que su vida
al fin era
la que ella
había deseado y
que al fin eran
una familia.
Seis meses más tarde,
la pequeña Daniela tuvo complicaciones con su
enfermedad y la tuvieron que ingresar de urgencias. “Todo saldrá bien ” “
No hay de que preocuparse” dijeron
los médicos antes de
llevársela al quirófano. Las horas eran eternas,
ambos padres estaban muy nerviosos, no paraban de caminar de aquí
para allá y de allá
para acá. Ocho horas más tarde, un médico salió a
la sala de
espera: “¿Familiares de Daniela?” exclamó,
María y Juan
se levantaron de un
sobresalto “si…nosotros somos
sus padres” dijo María
con voz entrecortada, “La
operación ha ido muy
bien, aunque Daniela
aún esta bastante
débil y deberá
quedarse unas semanas
ingresada hasta que recupere
las fuerzas” dijo
el médico.
Varias semanas
más tarde le
dieron el alta
a la pequeña
y pudo volver a
casa con sus
padres, los cuales
estaban muy contentos
por el regreso de
la niña y
de su recuperación.
Al tiempo que
Daniela se recuperaba y reponía
fuerzas, Juan comenzó
a salir de fiesta con sus
amigos, bebía alcohol
y consumía drogas, todo empezaba
a ser igual que antes,
aunque María no quería ver lo que estaba sucediendo, pues estaba cegada de amor. Noche tras
noche Juan llegaba tarde a
casa, siempre bajo los efectos del alcohol y de las drogas. María se
hacía la dormida, aunque en realidad no lo estaba, se daba la vuelta
en la cama
y las lágrimas comenzaban a caer por su
cara, la cual proyectaba una imagen
de amargura, de una señora mayor aunque
en realidad no pasaba de la treintena.
Una noche en la que Juan llegaba tarde, María se decidió a hablar
con el, no aguantaba más esa
situación, estaba harta de que noche tras noche volviera a las tantas y siempre oliendo a alcohol,
así que cuando Juan llegó, ella se
incorporó de la cama y sin volverse
le dijo: “Juan tenemos que hablar, no soporto más esta
situación” Juan se
rio e ignoro sus palabras, María insistiendo le expresó: “O hablamos ahora mismo o
hago las maletas y me voy con
Daniela a casa de mi hermana” él se
incorporó, suspiró y le dijo: “Tu no irás a ningún lado,
recuerda que eres mía, me
perteneces y si te vas de mi lado te
encontraré estés donde estés” María atónita
se levantó y comenzó a hacer
las maletas. Juan se enfureció y la agarró el cuello y le volvió
a decir: “¡Te he
dicho que no te irás a ningún lado!”
María al oír esto se
asustó y dejó caer la
ropa que tenía
en la mano, comenzó
a llorar. Él al ver esto
la tiró a
la cama y le dijo: “Todo esto
es culpa tuya, siempre
estas replicando y me pones
de mal humor” ella
solo pudo pedirle
disculpas, por un solo instante pensó que
él tenía razón, que
a lomejor la actitud de Juan
era culpa suya. Juan perdió el
juicio, quizás por el exceso de
alcohol y drogas que había consumido, empezó a pensar
que, probablemente María tenía un amante,
y por eso, tenía tantas ganas de irse
de casa y
abandonarle. No concebía la idea
de perderla, si no era suya
no sería de nadie, por ello, Juan
se dirigió a la cocina, cogió un
cuchillo y lo
llevo a la habitación.
La apuñaló tres veces, con rencor, irá… Después
de recuperar la conciencia
y ver lo que
había echo, dejó caer el cuchillo al suelo y
se fue. Mientras…
María en el suelo, moribunda….
pensó:
“Sus puñaladas no me han dolido
solo me duele
la soledad
de la muerte, la soledad de mi hija y mi familia… el alma.
Mi hermana, ¡Cómo te
quiero Carla! Gracias por cuidar de mí y de mi pequeña, por contarle cuentos que tanto
le gustan.
¡Mi pequeña Daniela!, cada noche te
acaricio la mejilla, agradezco a Dios por haberme dado un
pequeño ángel como tu, te doy mil
besos a la hora de
dormir. ¡Me siento tan orgullosa de ti!
Sé que no moriré, estaré viva en el recuerdo. Mi verdugo matará mi cuerpo pero no podrá matar mi recuerdo mientras mi familia me recuerde.
Sé que no moriré, estaré viva en el recuerdo. Mi verdugo matará mi cuerpo pero no podrá matar mi recuerdo mientras mi familia me recuerde.
Aprende que
quien no te
busca y no
te extrañe, no
te quiere el
destino determina quien entra
en tu vida,
pero tu decides
quien se queda.
Que la verdad duele
una sola vez
y la mentira
cada vez que
nos acordamos. Hay tres
cosas en la
vida que se
van y no
regresan jamás: Las palabras,
el tiempo y
las oportunidades, por
eso, valora quien
te valora, y no
trates como una
prioridad a quien
te trate como
una opción”.